viernes, 16 de octubre de 2009

Ella dijo mi nombre

Ella dijo mi nombre y la tarde
que cubría mi piel de dulce aturdimiento
se consumió
en un abrupto llamado del cuerpo,
amando, su rostro eterno
que recorre todas las vidas
de las que que no sé
pero me arrojan con enceguecida certeza
sobre su irresistible pulso de amor y de ofrenda.
Ella dijo mi nombre y la tarde
sangró para siempre
aquel momento de completo abandono
separándolo del tiempo,
donde habitan las heridas
que alimentan la belleza
del dolor que su boca me reserva.

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