Quejumbre, asco y soledad,
es la hora de mi cuerpo-delirio,
un deceso inminente,
un avieso regurgitar
de fracturadas visiones,
el horrísono espanto
de los sentidos sucumbiendo
ante el caos hecho piel,
mí yo más terrible asciende
dislocando la realidad
que deviene amarga y pestilente,
rechazo y náusea
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